jueves, 5 de mayo de 2016

Calcos de la cueva de Altamira

El 26 de Febrero de este año 2016 falleció José Antonio Lasheras Corruchaga, arqueólogo y conservador que trabajó como director en el Museo Nacional y Centro de investigación de Altamira. Este hombre al cual tuve el placer de conocer en su segundo hogar (como él se refería a Altamira),  no solo realizaba un excelente trabajo, si no que lograba transmitirlo y hacía que los que le oyeran percibieran ese entusiasmo e interés que su trabajo posee aunque a veces el público lo olvidemos.



 Lo cierto es que no es para menos el apreciar la enorme importancia de hallazgos como los de estas cuevas, la importancia histórica, artística y prácticamente en todos los ámbitos. Concretamente en la cueva de Altamira podemos contemplar numerosos restos de las actividades cotidianas, de la fauna, así como arte mueble y por su puesto las pinturas rupestres. Todo ello con un correcto estudio y análisis nos permite comprender un poco más, entender y saciar nuestro interés por  nuestros antepasados, aún teniendo en cuenta que existen distintas interpretaciones y formas de entender ciertos objetos. Una labor muy importante es la difusión que bien merecen estos restos arqueológicos, para intentar llevarlos al alcance de la mayor gente posible para englobar un mayor campo de estudio y deleite, lo que permite extender otras perspectivas, otras opiniones y apreciar otras posibilidades. En un inicio el método más común era la representación a mano alzada de las figuras pintadas, copiándolas buscando la mayor similitud posible. Esta técnica levantó críticas, por su falta de precisión en algunas ocasiones o por la condición que se crea según la perspectiva del artista frente a las pinturas. Más adelante  el calco se extendió como técnica más precisa, pero también supuso una gran invasión a los originales, se destaca en este punto el interés por la conservación y así se tienen en cuenta factores como el desgaste que produce el calco directo, pero también la propia estancia de personas en la cueva por periodos largos de tiempo, los cambios de temperatura y humedad… Otro de los puntos negativos de esos calcos directos es la plasmación en un soporte plano de las pinturas originales que se han representado en piedras irregulares.


Se inicia así con la intención de buscar una solución y una mejora en sus copias para permitir a los usuarios aproximarse al conocimiento de la llamada Capilla Sixtina del Arte Cuaternario a través de las 138 fichas de catalogación de las figuras representadas en la Cueva. Para elaborar un nuevo calco con métodos no invasivos, se precisaba de la utilización de técnicas de registro indirecto haciendo uso de avanzada tecnología que permitieran eludir la influencia de la capa de aragonito y otros factores negativos. Finalmente los resultados obtenidos por varios procesos se vectorizan automáticamente para elaborar un calco compatible con sistemas de información geográfica y poder representarlos tridimensionalmente.



Precisamente en el Museo Nacional de Ciencias Naturales disponemos hasta el 19 de Mayo de 2016 de una gran muestra de estos primeros calcos. Pero también la Sociedad Española de Amigos del Arte editó un espléndido catálogo, obra de gran formato donde además de una selección de estas copias, aparecerán algunos tintes sobre las técnicas de empleadas, siendo la más característica la copia a partir de calcos, aunque también se harán croquis o dibujos a mano alzada. Hoy en día, las nuevas tecnologías nos permiten asombrosas expectativas en la investigación y la difusión del arte rupestre, la recuperación de esta colección de reproducciones y su exposición al público suponen, no solo un repaso a la historia de la investigación y los descubrimientos, sino un agradecimiento a la tarea de aquellos investigadores que, con pocos medios y en una España convulsa, desarrollaron con ingenio y talento una metodología de trabajo y documentación admirable.





Firmado; José A. Marqués Domenech

BIBLIOGRAFÍA; 

-GARCÍA GUINEA, Miguel Ángel. Altamira and an other Cantabrian caves, Silex Ediciones, 1979 - 209 páginas.


El Museo de Altamira.


Hoy he escogido hablar del museo que podemos encontrar en Altamira, donde podemos encontrar una Neo-Cueva debido a que por causas de conservación la cueva original permanece cerrada al público general, donde solo puede entrar personas experimentadas y dedicadas al estudio de las magníficas pinturas prehistóricas que allí encontramos. En esta Neo-cueva lo que encontramos es una representación, una copia, de la sala de los bueyes de la cueva original, algo muy acertado en la actualidad.


Pero primero observemos que evolución histórica ha seguido el museo hasta llegar a esta magnífica copia que llamamos Neo-cueva. Pues bien tras el interés que el rey Alfonso XIII mostraría por la cueva en el año 1924, se creó una junta de administración, creándose así el primer aparato colegiado de gestión del museo. El primer museo que tenemos o que se llevaría a cabo sería una casa montañesa sin más, donde se iría colocando todos los objetos que se hallaban durante la excavación, para su exposición  y conservación.

Pero surgió una necesidad cada vez mayor de recibir cada vez más visitantes, lo que provocó que en la década de los años 60 se construyera un edificio al lado de las cuevas, para su visita.

    También debemos mencionar el año 1973 como año importante, pues a causa de las visitas masivas que recibía la cueva para admirar las pinturas, número que se elevaría hasta los ciento setenta y cuatro mil visitantes, algo inaudito y verdaderamente dañino para la conservación de la cueva, por el microclima que allí se creaba. Este suceso provocó que en el año 1977, se cerrara definitivamente la cueva al público general.

En 1979 el Ministerio de Cultura creó el conocido Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, para ayudar así a la correcta investigación y conservación de las preciadas pinturas de Altamira.

Tendríamos que esperar al 1982,  para ver como las Cuevas de Altamira abrían sus puertas de nuevo, pero con un régimen de visita muy estricto, el cual solo deja pasar a unas ocho mil personas al año, esto es así para ayudar a conservar la humedad estable y la conservación de las pinturas sea óptima.

Ya en el 2001 sería el momento donde se inauguraría el nuevo edificio para el museo, el cual fue proyectado por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg, el cual vemos muy cercano a la cueva. Siempre pensado para la conservación y el acercamiento de la misma al visitante.


El museo que vemos hoy en día, está dividido en dos zonas: el museo en sí y esa Neo-Cueva que mencionábamos al principio, donde podemos ver una réplica a tamaño real de las pinturas, algo que nos ayuda bastante a hacernos una idea y un sentimiento de lo que en la cueva original se encuentra. También podemos ver una explicación de los trabajos que se realizan en la cueva, que realizan a base de dioramas virtuales. 

Bibliografía:

- LASHERAS, JOSÉ ANTONIO, El Museo de Altamira, Electa, Barcelona, D.L. 2003.

Firmado: Diego Alfageme Laín.